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El paso por el manto

TRADICIÓN DE LA PRESENTACIÓN DE LOS NIÑOS A LA VIRGEN 

SU HISTORIA
 

La ceremonia de presentación de los niños, tal como la conocemos hoy, es relativamente reciente, aunque ésta refleja una tradición personal y familiarque debió remontarse mucho mas atrás en el tiempo.

Desconocemos la existencia de documentos sobre la celebración de esta tradición hasta entrado el siglo XX, pero no es de extrañar que la población jarrera, bien cimentada su devoción por la milagrosa imagen de la  Vega  y  siendo en aquella época, desgraciadamente, frecuente la mortandad infantil en los primeros meses de vida, buscara legítimo amparo para sus pequeños bajo el manto de su Virgen Patrona. En aquellos tiempos, ante el peligro de que el recién nacido pudiera morir fuera de la gracia santificante, eran bautizados lo antes posible, bajo la tutela de los padrinos, antes de que la madre pudiera salir de su convalecencia y cumpliera los cuarenta días prescritos por la tradición judía para su purificación.

 

Presentacion niños- Filas de niños, padres y abuelosAsí pues, conforme a lo anterior,  parece que era costumbre conocida, que la madre, una vez repuesta del parto y cumplida la perceptiva cuarentena su primer paseo con el recien nacido era hasta la Basílica de Ntra. Sra. Virgen de la Vega, con el objeto de poner a su hijo recién nacido bajo la protección del manto de tan bondadosa Madre.

Es notorio, a través de testimonios directos, que durante el largo ejercicio de D. José Monroy Zunzunegui (1918-1963) como capellán de la basílica de la Vega, éste, que a la sazón vivía en el mismo edificio, solía acoger con mucho cariño a la  familia que a cualquier hora llamaba a la puerta de la casa de los capellanes solicitando la presentación de su hijo ante la virgen, Tras una breve ceremonia a la puerta del recinto, relacionada con la purificación de la madre, se llevaba sin mas dilación al recién nacido hasta el camarín de la Virgen, donde lo ponía bajo la protección de su manto.

 Esta tradición habitual sufrió un pequeño parón a la muerte  de D. José Monroy el año 1963, ya que una reestructuración en los cargos eclesiásticos que unifico en el cura párroco de Haro la condición de párroco y Capellán de la Vega, modifico notablemente el cometido del entonces  encargado de la Basílica D. Rafael Mínguez, el cual, aunque siguió encantado con la tradición heredada de D. José Monroy, no pudo adaptar su disponibilidad en tiempo y oportunidad al ritmo que requería. Se imponía, pues, buscar una solución para juntar a las distintas familias deseosas de presentar a sus niños ante la Virgen en grupos más amplios y en fechas prefijadas.

Presentacion ante la virgen de un niñoSin que tengamos una fecha exacta de cuando se comenzó la presentación anual de los niños en el formato actual si podemos decir que fue la Cofradía de la Virgen de la Vega la que se encargo de ir perfilando poco a poco la actual ceremonia, fijándose el día 2 de febrero, como el día litúrgico más apropiado ya que en esa fecha se celebra el día de las Candelas (*), la purificación de Ntra. Sra. y la presentación del niño Jesús  en el templo. No existe, como hemos dicho, una fecha concreta que podamos señalar como inicio  esta tradición, aunque en  algún articulo publicado, se ha señalado el 2 de febrero del año 1976 como fecha de partida, a raíz de una disposición del entonces párroco de Haro, y capellán de la Basílica, D. José Luis Olarte Espeso, que proponía a quienes acudieran a la celebración de la festividad: “portar una vela por cada niño de  tipo artístico y de no poder permitirse el gasto una vela normal”. Sin embargo esta disposición no indica que fuera el comienzo de la tradición sino, mas bien, que esta ya llevaba un tiempo realizándose y se buscaba regularizar un poco. Lo que si es seguro es que para 1980, la celebración se había convertido en una tradición popular plenamente  arraigada, ya  que como se reconoce en otro artículo, en dicho año se produjo el día 2 de febrero una gran nevada que amenazaba con impedir a las familias trasladar a sus pequeños hasta la Basílica de la Vega desde el entonces centro de la ciudad, resolvió, pues, la cofradía el incidente contratando los servicios de un autobús local para que, aquella tarde, llevara a los pequeños y sus familias, sin peligro desde la Plaza de la Paz hasta la Basílica. Desde esas fechas la cofradía ha venido organizando año tras año, con notable éxito  este acontecimiento que acoge a varias decenas de niños cercanas al centenar cuando el día cae en fin de semana.

  

LA TRADICION HOY

Dos niñas presentadan ante la VirgenMuchos son los padres y  muy especialmente los abuelos, los que mantienen y sienten de un modo más especial  y emocional esta tradición en la sangre, y acompañan, orgullosos como nunca, a pone a sus queridos hijos y nietos bajo el manto de la amorosa madre de la Vega. En la basílica vemos a los jarreros de siempre, pero también encontramos caras conocidas que hace  mucho no veíamos, especialmente cuando la festividad cae en fin de semana o festivo. Son los jarreros ausentes, que han tenido que salir a trabajar fuera de Haro y que regresan en un emotivo encuentro, a presentar sus hijos a nuestra patrona. No deja de verse tampoco gentes de la comarca, de pueblos vecinos que también  mantienen la devoción y el cariño que de siempre tuvo nuestra comarca hacia la milagrosa imagen de la Vega.

 

A las seis de la tarde se produce un espectáculo singular, que habrá de extrañar a quienes sin conocer lo que sucede pasean por la vega a esas horas de la tarde.  Varias decenas de cochecitos infantiles se dirigen hacia la Basílica, acompañados de sus familiares, revestidos de una especial alegría.  Ya dentro de  la Basílica el ambiente es único y especial, el murmullo es inevitable, algunos niños lloran y contagian su llanto a los demás, pero todos se encuentran especialmente felices por el gran cúmulo de amor y devoción que se respira en el ambiente. La Virgen de la Vega también se ha de encontrar especialmente feliz al cumplirse, con tanto cariño, aquella máxima de un hijo: Dejad que los niños se acerquen a mi. 

La ceremonia es sencilla y breve para apaciguar la impaciencia de los pequeños: A la entrada se reparten unas sencillas velitas entre los asistentes para  poder realizar la ceremonia con una candela en la mano por cada niño.  El abad de la cofradía pronuncia unas palabras de acogida a los pequeños, a sus padres y familiares y se da lectura al evangelio del día (**), que trata precisamente el tema de la presentación del niño Jesús en el templo,  y tras recordar el simbolismo de las candelas como Cristo luz de las naciones y de todas las almas. 

 

Al terminar este acto se invita a los padres, abuelos y familiares más allegados a que vayan pasando poco a poco, con el niño por  el camarín de la Virgen de la Vega. Tras ir  subiendo las estrechas escaleras de granito a cuyo pie un Angel muestra la leyenda “SUBE, CALLA Y REZA, QUE ES TU MADRE” se llega hasta el camarín  donde  los niños son elevados por los sacerdotes hasta la imagen de la Santísima Madre de la Vega, dándoles a besar su manto y poniéndoles bajo su protección.

Lamina de cobre grabados logotiposTras una sesión de fotografías para el recuerdo  los acompañantes junto con el niño se dirigen a la sacristía donde los miembros de la cofradía les ofrecen una reproducción de la antigua lamina de cobre que forma parte de su distintivo y en la que una inscripción con su nombre les recordará el acto vivido y en el que se les nombra aspirantes a cofrade, figura creada para esta oportunidad y que se formalizará cuando a su mayoría de edad puedan elegir ser cofrades de pleno derecho. De este modo concluye esta entrañable ceremonia, tan popular en la ciudad jarrera. 

 

Notas:

(*) Festividad de las Candelas: También conocida como Fiesta de la Purificación de la Santísima Virgen (Greek Hypapante), Fiesta de la Presentación del Niño Jesús en el Templo, observada el 2 de Febrero según el rito latino. De acuerdo a la ley mosaica, una madre que había dado a luz a un niño varón, era considerada impura por siete días. además debía permanecer treinta y tres días "en purificación de su sangre" pero si daba a luz a una niña el tiempo que excluía a la madre del santuario era doble. Al cumplirse el tiempo de su purificación (cuarenta u ochenta días) según fuera niño o niña la madre debía traer al templo un cordeo de un año para el holocausto y un pichón o una tórtola como sacrificio por el pecado"; si no era capaz de ofrecer un cordero, ella podía presentar dos tortolas o dos pichones; el sacerdote los ofrecía como expiación y entonces ella quedaba limpia. (Levitico 12:2-8).
Cuarenta días después del nacimiento de Cristo María cumplió con este precepto de la ley, ella redimió a su primogénito en el templo (Números 18:15), y fue purificada por la oración de Simeon el justo, en la presencia de Anna la profetisa (Lucas 2:22 sqq.). Sin duda este acontecimiento, la primer presentación solemne de Cristo en la casa de Dios, era en los tiempos más tempranos, celebrados por la Iglesia de Jerusalén. Esto queda testimoniado en la primera mitad del cuarto siglo por el peregrino de Burdeos, Egeria o Sylvia.

(**)  Evangelio según San Lucas 2,22-40.
Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purifiPresentación del niño Jesus en el templocación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: Todo varón primogénito será consagrado al Señor. También debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor.  Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor. Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la Ley,
Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo: "Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel". Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de él. Simeón, después de bendecidlos, dijo a María, la madre: "Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos". Había también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido. Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones. Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.
Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea. El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él.

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